sábado, marzo 31

Narraciones Porteñas : El Diablo - La 1ra. vez

El encuentro
Llegó a la esquina, volteó sigilosamente, y se encaminó al paradero, se encontraba en la calle Zepita del Callao, al costado de la antigua cervecería Pilsen, de la Calle Sáenz Peña. Los transeúntes iban y venían. Se paró en la cola, algo avergonzado. La gente lo miraba de reojo, extrañados por la situación,  ese paradero era sólo para gente adulta. Trató de pasar desapercibido, pero era imposible, la gente lo miraba … De repente alguien vociferó: Al sitio….al sitio……; falta uno….falta uno… Sí, era el paradero  de los colectivos que se dirigían a los burdeles del Callao; para colmo, en ese momento estaba solo en la fila, esperando, como habían convenido, a sus compañeros del colegio, que se estaban tardando.
Esquina de Zepita y Guisse, paradero de los colectivos
Al sitio….al sitio…..falta uno ... repetía el “llamador”. Su consigna era llenar lo más rápido posible el carro,  generalmente era una carcocha que hacía su ruta desde las 4 de la tarde  hasta las  10 de la noche, en que cerraban el lupanar. Iba impecable, se había puesto su  ropa dominguera, aunque era sábado, pero la situación lo requería, según él.
Mientras esperaba en la fila, estaba pensando como pasar  en la entrada a los burdeles. Eran adolescentes; ni poniendo cara de malo, ni con un cigarro en la boca pasarían piola. Eran   muy jóvenes. De pronto, llegó el Flaco,  apurado, como siempre, pues  llegaba tarde a todo evento, situación que ya le había causado algunos problemas en el colegio, tan estricto en disciplina, lo que había ocasionado que algunas veces se quedara  castigado por “tardón”.
-O’e, uón, ta’madre, ...  siempre llegando tarde, y yo  como siempre, esperándolos , ... ta’ que no jodan pé.
 El flaco como siempre se disculpó, :                       
Puta cuñao, mi vieja me mandó a hacer una vaina,  y si  no la hacía, pues no había billete para  hoy, así que chitón, nomás.
Se pusieron en fila, los dos, faltaba el Gordo,  que no llegaba. De repente el Flaco dijo:
 -Mira, allá  al fondo, ahí  viene, ... ¡Es él, es él!
Era él, Tilelo, con  su figura inconfundible: alto, regordete, medio patuleco al caminar, pero algo llamó su atención, venía con el uniforme de salida,
-Ta’ que huevón, es éste, se ha puesto el  uniforme,  ta’ que idiotón …
Llegó jadeante, sudoroso, apurado, algo avergonzado …
-Que pasó uón, ¿por qué te has puesto el uniforme?, replicaron,
 -Mi vieja cuñao …. le dije que iba a una cita y me obligó a ponerme el uniforme ... No tuve remedio.
-Ta’ mare, no puedes entrar al chongo con el uniforme.
Se dirigieron a la tienda del “chino” de la esquina, y compraron una bolsa grande; allí pusieron el kepí, la polaca la metieron como pudieron al maletín que portaba, que era  parte del uniforme de salida.
Emprendieron la marcha, recorrieron el Callao antiguo, pasando por la Plazuela de los Burros, la calle Zepita , llegando a la Avenida Argentina, siguieron por El Obelisco, circundando Puerto Nuevo y Corongo. Llegando a la Avenida Centenario de repente se encontraron en la entrada a los burdeles: El Trocadero, El Botecito, y La Salvaje, en ese orden.
Ingreso al Local en la Av. Gambetta

Parqueo interno de los colectivos

Faltaba el escollo principal: sortear la entrada, cuyo guachimán era nada menos que el tristemente célebre Negro Bomba, famoso por ser uno de los causantes de la tragedia del Estadio en Mayo de 1964, (*).  Era conocido en el ambiente por ser de malas pulgas. Habría que ver la manera de escabullirse y pasar; lo mejor sería  aprovechar la hora y el tumulto. Eran casi las 5 pm, y todavía no abrían las puertas. La gente, jadeante, sudorosa, se arremolinaba en el portón del burdel. Se sentía un fuerte olor a pezuña, a sobaco, a poto. Era gente de toda clase social, cultura, educación; aquí no había ninguna diferencia, todos eran iguales, seres cuyo único fin en ese momento era poder ingresar lo más pronto posible, y saciar sus instintos. Se podía apreciar blanquitos, cholos, negros. De pronto abrieron las puertas del Troca y la multitud entró en tropel, arrastrando a los tres muchachos al interior, para su suerte.
Ingreso a las instalaciones
Instalaciones internas
Era un gran pasadizo, ancho, con cuartuchos a los costados; las féminas  apostadas en las puertas, semidesnudas, cholas, chinas, morenas, gordas, flacas, había de todo, para todos los gustos … Algunas dejaban ver su cuerpo al descubierto ... Otras, escondían su intimidad tras las puertas. La gente normalmente les preguntaba :
-¿Cúanto ?
 -Quince … Diez ... Cinco …, contestaban dependiendo de la pinta,
 -¿Qué sabes hacer?,
-Chupadita y poses ..., replicaban;
-Por el chico… ¿Cuánto ?  Normalmente subían la tarifa en cinco soles, aunque algunas  veces te mandaban a la mierda
(*)  Aún se recuerda cómo ingresó a la cancha del Estadio Nacional, en un partido de fútbol por el campeonato pre-olímpico Sudamericano (1964) entre el Perú y Argentina, para agredir al árbitro uruguayo Miguel Ángel Pazos, quién había anulado el gol de empate del equipo peruano, lo que le daba la clasificación para la olimpiada, el gol fue  de “Kilo” Lobatón.
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EL polvo
Pato Lucas, había conversado previamente con una de ellas, había convenido el precio y, por una suma módica ella iba a atender al Gordo de la mejor forma, teniendo en cuenta que era su primera vez. Él  estaba algo nervioso. Las únicas mujeres desnudas que había visto en su vida era en los almanaques de bolsillo, una especialmente, que contenía el cuerpo desnudo de Marilyn Monroe, por el que sentía gran predilección, sobre todo cuando lo acompañaba al baño de su casa, lugar al que acudía con frecuencia.
Ingresó al cuartucho, su primera vista fue una mesita de centro, con algunas estampas religiosas. Sí, eran el Señor de los Milagros, la Virgen del Carmen, San Hilarión, y la inconfundible Sarita Colonia, cada figura con su  cirio respectivo, lo que, a pesar de las circunstancias,  reflejaba la gran devoción de la señorita en mención; al mismo tiempo,  a través de la puerta se escuchaba  un conocido bolero de esos cantineros, bolero de “rockola”, que entonaba Daniel Santos :
 “Yo no he visto a Linda…,
parece mentira, tantas esperanzas,
que en su amor cifréeeeeeeeoooooouuu”, ………….
lo que conjuntamente  con un bombillo rojo le daba al ambiente el inconfundible tono de burdel.
Se quedó parado, ella lo cogió de la mano, lo llevó al baño, seguía nervioso, sudaba. De repente ella le dijo :
-¡Sácatela...!
Tímidamente se bajó el cierre, sacó su miembro viril, todo flácido. Ella lo tomó en su mano, lo revisó unos segundos y replicó :
 -¡Bájate el pantalón!
 Lo hizo con temor. Ella lo revisó nuevamente, sobre todo el vello púbico, para asegurarse de que no tuviera ladillas; seguidamente, le aseó el  miembro, acto seguido le dijo:
-¡Quítate la ropa!
Lo hizo con lentitud. Al momento de quedar completamente desnudo, hizo el ademán de ir  a la ducha,
-¿Qué haces?, preguntó ella, con una ligera sonrisa …,
-No, no es necesario …”, Anda a la cama y acuéstate. 
Él lo hizo con una sensación de angustia en todo su cuerpo, no sabía qué hacer, sobre todo porque ella era la que dominaba el acto en ese momento.
Se recostó en la cama, mirándola. Ella se desnudó por completo, era una de esas cholonas, guapa, de buen cuerpo, bonitas caderas, pechos erguidos, con un buen culo. Se dirigió a la cama y le dijo:
 -No te preocupes, la vas a pasar muy bien; además, me gustas … No te preocupes … Relájate …,
 Hacía bien su papel, sobre todo por los 10 soles adicionales que había recibido previamente.
Se sentó a su lado, le cogió el miembro, y empezó a acariciarlo. Tilelo sintió que la sangre se le bajaba al pene, se le puso duro. Ella seguía tocando su cuerpo juvenil, lo abrazó y le dijo :
-Relájate ..., Relájate …
En el acto, se montó encima de él, tomó el órgano masculino y lo colocó suavemente dentro de ella. Empezó a menearse. Metía y sacaba … Metía y sacaba … Lo hacía con gusto, pues el miembro del muchacho era para respetarlo, lo suficientemente grande como para proporcionarle un gran placer; a pesar de lo trajinada de su vida, gozaba con ese gran muchacho,  guapo y además … virgen.
Siguió meneándose, durante largo rato, algo extraño para ella, pues acostumbrada a estos menesteres era normal que el marchante a los pocos minutos terminara por eyacular, así ella podría asearse y continuar con el negocio.
En pleno acto, y ya algo cansada le pregunto :
 -¿Ya terminaste?,
-No … estoy en cuarto año, replicó el mozo.
Lo que arrancó de ella una sonrisa burlona. No le contestó; simplemente a los segundos sintió alguna humedad dentro de su vulva, y él, relajado, sólo se limitó a descansar en el lecho. Se quedó contemplándolo. Era casi un niño; hasta podía hasta tener la misma edad de su hijo, pensó. Lo invitó a pararse.
Lo  aseó. Él se vistió, se quedó parado frente a ella, le dio la mano para despedirse, y sólo atinó a murmurar inocentemente :
 -Hasta luego  señorita ..., muchas gracias …
Salió del cuarto, sonriente, había gozado como chancho, estaba feliz, no cabía en su pellejo. Como música de fondo esta vez se escuchaba otro bolero característico de los burdeles :
Me muerdo los labios
para no llamarte,
me queman tus besos,
me sigue tu voz;
pensando que hay otro
que pueda besarte,
se llena mi pecho
de rabia y rencor...
Al reencontrarse con sus compañeros sólo atinó a decirles :
 -¡Gracias muchachos…!
Se encaminaron a la salida ... De repente  vociferó:
 -Puta cuñao, dónde está la bolsa, puta … ¡la bolsa…! .
Al idiotón le habían tirado la bolsa, con el kepí adentro ... Menudo problema iba a tener al regresar de su salida al colegio.
Llegó a casa y se dirigió a su cuarto, cogió el almanaque de bolsillo, sí, el de Marilyn Monroe calata, y se dirigió al sitio predilecto de su casa, al baño.
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El  “ampay”
Sentado en el baño, completamente desnudo, tenía en la mano un almanaque de bolsillo, con la foto de Marilyn Monroe completamente desnuda. Se estaba acariciando el miembro, el cual era grande y estaba completamente erecto, de repente se abrió la puerta ... Sí, era su mamá, que había irrumpido en el baño, pues estaba sin seguro, y lo sorprendió… (**)
-Ayyyyyyyy … gritó  la señora,  ¿qué haces…?”,
Él solo atinó a cubrirse mientras su mamá salió presurosa. Él se quedó sentado, por un largo rato, estaba avergonzado. Ahora su mamá ya sabía  por qué se metía al baño por lo menos tres veces al día …
La escuchó hablando por teléfono,  sabe Dios con quién, sólo decía con su voz de pito:
 -Ay hija … cómo me arrepiento de haberlo metido a ese colegio … Me lo han convertido en un Diablo ... ¡¡¡en un Diablo ...!!!
Al rato salió del baño, se dirigió a su dormitorio, a cambiarse, y salir, pues tenía una cita muy importante: había convenido con sus compañeros de cole, en encontrarse esa tarde, para ir a los burdeles del Callao.
(**) Tanta visita al baño de su casa, sentarse calato con su almanaque de compañía le había ocasionado una lesión. Sí: algunos meses atrás lo habían operado de varicocele, que en cristiano significa dilatación de las venas del cordón espermático, o sea al acrecentamiento y a la tortuosidad del plexo pampiniforme que drena los testículos.
Hugo Pazos







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