lunes, abril 30

Callao Historia : El 1ro. de Mayo y la Jornada de las 8 horas en la Historia del Callao


El 1ro. de Mayo y la Jornada de las 8 horas en la Historia del Callao

Desde 1904 se había acentuado en el Primer Puerto la lucha por mejores condiciones de trabajo y salarios adecuados. El poder adquisitivo de la moneda se deterioraba día a día a causa del alza desmedida de las subsistencias y lo que se ganaba afectaba principalmente a la clase obrera.
Fleteros en el Muelle Darsena / Archivo de Imágenes:  Humberto Curarrino - del Callao
En el puerto, según Glicerio Tassara en un artículo publicado en Los Parias, el jornal era así: S/.1.30 a 2.00 percibían los obreros de la factoría Guadalupe; S/.2.30 los del Muelle y Dársena; S/.1.20 los de El Águila, aunque había también en este último caso, según la posición que ocupaban en la empresa, quienes ganaban S/.1.40 y S/.3.00. El jornal más bajo sin embargo no alcanzaba para hacer frente a los gastos que ocasionaba mantener una familia compuesta por tres y cuatro personas.
Muelle Darsena en 1930 aproximadamente / Archivo de Imágen: Milciadez Nieto Pérez - La Punta

Ese año de 1904 los trabajadores decidieron declararse en huelga. Era el 1º de Mayo y sus iniciadores fueron los jornaleros del muelle. A ellos se plegaron los gavieros, los servidores del ferrocarril Inglés y de la factoría El Águila. Hubo reuniones con el prefecto, con los representantes de las compañías navieras y de todos aquellos que de una u otra manera estaban involucrados en el problema. El 2 de Mayo recibieron apoyo del gremio de panaderos Estrella del Perú. La Cámara de Comercio, ante la evolución de los acontecimientos, intervino en el afán de solucionar el conflicto y, el gobierno, a través de uno de sus ministros, hizo conocer su posición. Al correr de los días, el 19, hubo disturbios en las calles y el 20 el general Andrés Avelino Cáceres –ex presidente de la República y héroe de la Campaña de la Breña – viajó al Callao para comunicar a los huelguistas que el problema se había solucionado. Hubo mejoras en los salarios, pero el horario quedó inamovible.
Mitin de los Jornaleros frente a la Prefectura en el Jirón Constitución

Archivo Humberto Currarino - del Callao
En 1912, en el mes de noviembre, la Unión General de Jornaleros del Callao y la Federación Obrera Regional del Perú (esta con sede en Lima), plantearon serios reclamos por los excesivos horarios de trabajo. Sus puntos de vista fueron expuestos en el Teatro Municipal del Puerto.
El 15 de diciembre se llevó a cabo otra asamblea en la Carpa de moda (ubicada en la Plazuela Casanave – Óvalo del Callao), y el día 25, tuvo lugar una tercera reunión. Tal era el ambiente cuando el 5 de enero de 1913 se dejó escuchar el pedido de 8 horas de trabajo y no 12, como se venía exigiendo a los trabajadores.

Cinema "La Gran Carpa" ubicado en la Plazuela Casanave "Ovalo Callao" a inicios del siglo XX
El 7 de Enero de 1913, los estibadores se declararon en huelga y en el art. 20 de su pliego de reclamos pedían la “IMPLANTACIÓN DE LA JORNADA DE OCHO HORAS” Las Cías de Vapores se reunieron en el local de la Cia Inglesa para contemplar los 11 puntos que contenía dicho pliego, y, en honor a la verdad, hay que decir que particularmente sobre el 2do. Punto, o sea la jornada de ocho horas, no hubo objeción alguna: la aceptaron de plano.
En carta dirigida al Presidente del Centro Unión de Estibadores, por los representantes de las Cías. de Vapores (no existía aún el Cte. de Empresas Navieras – que fue fundado en 1920 y publicado en “El Comercio” en la mañana del 7 – se lee lo siguiente:
Art. 2º.- Se aceptarán las ocho horas de trabajo siempre que los jornaleros se comprometan a comenzar sus operaciones en los lugares que sean designados, en tierra o en la bahía, de 7 a.m. en punto a 11 a.m. en punto y de 1 h. p.m. en punto a 5 h. p.m., que eran las horas de reglamento.
Trabajadores del Muelle Darsena / Archivo Humberto Currarino - del Callao
Y en un editorial de “El Comercio” del día 8, decía al respecto: “quieren los peones del Callao establecer la jornada de ocho horas; y este problema materia de discusiones y de exigencias, de simples anhelos y de meras expectativas del proletariado en pueblos de Europa y América más adelantados que el nuestro, se halla hoy, virtualmente resuelto  a favor de los trabajadores del Perú; pues como se sabe las empresas afectadas por la huelga del Callao se manifiestan dispuestas a aceptar la reducción de las 8 horas diarias.
La única que se opuso fue la Empresa del Muelle y Dársena amparada por el texto de su contrato, que fijaba 9 horas diarias de trabajo. La supresión de una hora, como es natural le irrogaba serios perjuicios.
La situación fue complicándose día a día y los estibadores, impertérritos en sus exigencias y amparados en parte en la delicada situación política que existía entonces, obtuvieron algunas adhesiones de otros centros de trabajo que se solidarizaron con ellos y a su vez presentaron sus respectivos pliegos de reclamos.
La amenaza del paro general se hizo evidente: se solucionaba un conflicto y al punto se presentaba otro. El tiempo transcurría y no había medio de llegar a una solución inmediata.
Se paralizó el trabajo marítimo. Algunas fábricas como la del Águila, la del FF. Central, la Cervecería Nacional y otras tuvieron que cerrar sus puertas.
Los obreros en Lima también comenzaron a moverse. Las Empresas Eléctricas suspendieron el tráfico, hubo huelga de motoristas y hasta faltó la luz y el agua. La agitación en las clases trabajadoras era cada vez más intensa y se hacía más grave. Se produjeron algunos actos de violencia, particularmente en la Plaza de abastos y, el estado de alarma era general.
Algunos mal intencionados prendieron fuego, en la noche, a dos o tres encomenderías de asiáticos en la Calle de Lima.
Con este problema que venía ya desde el año 1912 con ligeras alternativas, y con paralizaciones en el trabajo más o menos largas y bulliciosas, no había posibilidad de llegar a un acuerdo razonable y definitivo entre jefes y operarios.

Marchas de protesta en el Jirón Constitución 1912 / Archivo Humberto Currarino -  del Callao
Renunció entonces el prefecto del Callao Dr. Cárdenas García – por haber agotado, sin ningún resultado – decía él en su renuncia – todos los medios de avenimiento entre los patrones y obreros y el Gobierno se vio en la necesidad de nombrar en su reemplazo al teniente coronel Dn. Edgardo Arenas, que, a la sazón, desempeñaba la jefatura de la Artillería de Costa.
El Comandante Arenas adoptó medidas enérgicas, hizo conducir presos a bordo del Iquitos a los promotores de los escándalos y atentados cometidos, y se consiguió así que renaciese la tranquilidad y todos volviesen a sus labores habituales.
La Cámara de Comercio se hizo eco de la gratitud del Callao y, a nombre de este, ofreció un gran banquete al Prefecto Teniente Coronel Arenas, en el antiguo Club Inglés, al que concurrió un personal tan numeroso como distinguido.
En esa ocasión tocó también desempeñar papel muy importante al Cte.. –hoy General – Manuel Beingolea, como sub jefe, si mal no recuerdo, del grupo de artillería de Costa y Jefe de la Plaza habiendo contribuido poderosamente con sus medidas acertadas y enérgicas a la normalidad del tráfico.
Hechos los planteamientos ante las compañías navieras y los empresarios del Dársena, fueron rechazados por los gerentes. El día 7 se declaró la huelga ante la negativa de ser escuchados en su demanda de horarios, de mejores ingresos, de asistencia médica y otros.
Nuevos gremios apoyaron a los jornaleros mediante la creación de la Caja de Resistencia que les permitiese hacer frente a las necesidades cotidianas de sus hogares.  
El 10 de enero el presidente Guillermo Enrique Billinghurst Angulo (1851-1915) expidió una resolución que señalaba el nuevo horario de trabajo de 7 a.m. a 11 a.m. y de 1. P.m. a 5 p.m. El documento manifestaba:
Lima, 10 de enero de 1913
Vista la petición formulada por los jornaleros del Muelle Dársena del Callao; y encontrándose justificadas las razones que exponen, se resuelve:
Desde la fecha la descarga en el Muelle Dársena y en la bahía del Callao tendrá lugar durante los días útiles del año, desde las 07 am. hasta las 11 am.; y desde la 1 pm. hasta las 5 pm., derogándose en esta parte el artículo 31 del Reglamento aprobado por Resolución Suprema del 31 de mayo de 1875.
Regístrese, comuníquese, publíquese y archívese.
Rúbrica de su Excelencia.- Maldonado
Se consiguió:
a) aumento del 10% sobre los jornales;
b) horario de ocho horas de trabajo;
c) nombramiento de una comisión que formulase el proyecto de un reglamento de trabajo para carga y descarga; y
d) la reanudación de los trabajos que habían quedado paralizados a causa de la huelga.
Debemos decir sin embargo que la jornada de ocho horas, como queda expuesto, no se hizo extensiva para todos los trabajadores del Perú sino exclusivamente para los jornaleros del Callao.
Recopilación:
Marcial Pérez Ponce de León
Fuente de información:
Diario El Callao Edición Centenario del Callao 20 de Agosto de 1936
Revista Variedades 1913
El Callao su historia en imágenes 1993
Fondo de Publicaciones Dirección de Intereses Marítimos

 




viernes, abril 20

Callao Historia : Denominación Constitucional de la Provincia Litoral del Callao


DENOMINACIÓN CONSTITUCIONAL DE LA PROVINCIA LITORAL DEL CALLAO

Por haber merecido bien de la Patria se denominó Constitucional a la Provincia del Callao

La Convención Nacional;

Considerando:

Que la Provincia Litoral del Callao ha merecido bien de la Patria combatiendo hasta rendir a los enemigos de la Constitución, que desembarcaron en la mañana de hoy.

DECRETA:

ARTÍCULO ÚNICO.-  La expresada provincia se denominará “Provincia Constitucional del Callao”.

Comuníquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento.

Dado en la Sala de Sesiones, en Lima, a 22 de Abril de 1857.

José Gálvez, Presidente – Pío B. Meza, Secretario.- Manuel José Corcuera, Secretario.
Al Excmo. Consejo de Ministros, encargado del Poder Ejecutivo, Lima, a 22 de Abril de 1857.- Cúmplase, comuníquese y publíquese.- Cuatro rúbricas del Consejo de Ministros.- LA MAR

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Tal fue la ley emitida por la Convención Nacional que el 22 de abril de 1857 denominó al Callao Provincia Constitucional. Son múltiples tanto los individuos como los sucesos históricos cuya confluencia y concurso dieron lugar a esta designación que nos honra ante el presente y la posteridad. Su detallado enfoque, por la compleja urdimbre de circunstancias ocurridas en lapso más o menos prolongado sobrepujaría los límites ahora propuestos para esta breve referencia, razón por la cual, haciendo la salvedad que bien pudiera ser cualquier otro, nos limitaremos a la mención de un personaje que hará papel de eje central en relación con otros prohombres de nuestro devenir nacional:

MANUEL IGNACIO DE VIVANCO ITURRALDE

(1806-1873)

Al servicio de la causa patriota

Hijo de Bonifacio Antonio de Vivanco y Cañedo, comerciante, y de la dama limeña Marcela de Iturralde y Gorostizaga. Inició estudios en el Real Convictorio de San Carlos, pero luego de proclamada la independencia se incorporó a las filas patriotas (28 de noviembre de 1821). Fue destinado como guardiamarina y participó en una expedición a la cual se asignó bloquear los puertos intermedios del sur; efectuó luego un desembarco sorpresivo en Arica, realizó una campaña de hostigamiento contra la escuadra española y protegió la travesía de los transportes militares en los cuales regresaron las fuerzas vencedoras de Pichincha 24.05.1822). De vuelta a Lima, solicitó pasar al ejército.

Sirvió algunos meses como cadete y ascendido a subteniente participó en la Segunda Campaña de Intermedios (1823), que bajo las órdenes del general Agustín Gamarra penetró en el Alto Perú, para luego desde Oruro emprender la retirada hacia la costa. Luego participó en la campaña del norte contra el presidente José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete (1783-1858), se sumó al ejército libertador de Bolívar y concurrió a las batallas de Junín y Ayacucho (1824).

Ascendido a teniente segundo, concurrió a la campaña de pacificación del Alto Perú; durante ella fue promovido a teniente primero (1825), y a su regresó actuó en las operaciones iniciales contra los rebeldes iquichanos, quienes en Huanta todavía batallaban bajo bandera española (1826).

Entre guerras y revoluciones

Sucesivamente promovido a capitán graduado (1827) y efectivo (1828), fue incorporado al estado mayor de la División del Norte en la guerra contra Colombia. Combatió en la batalla del Portete de Tarqui (27 de febrero de 1829) y luego fue destacado a las fuerzas de ocupación en Guayaquil. Allí contribuyó a la edición de El Atleta de la Libertad, periódico destinado a combatir el desenvolvimiento de la guerra y la conducta de Gamarra. Ordenada su prisión, se trasladó precipitadamente a Lima, donde solicitó su retiro al ser derrocado el presidente José Domingo de La Mar y Cortázar (1778-1830). Pero no se aceptó su petición y pasó a ser edecán del general Antonio Gutiérrez de La Fuente (1796-1878), siendo ascendido a sargento mayor.

Más tarde fungió de secretario en la misión a Bolivia encabezada por el ministro Pedro Antonio de la Torre y Luna-Pizarro (1801-1843), misión que dio origen a los tratados suscritos en Arequipa (1831); con los textos suscritos tornó a Lima para disfrutar de licencia.

Graduado de teniente coronel, se le confió la dirección del Colegio Militar establecido en Lima (1832), y reconocida la efectividad de su clase, el presidente Luis José de Orbegoso y Moncada Galindo (1795-1847), le confió el mando del batallón “Cuzco”. Desde tal posición apoyó el pronunciamiento del general Pedro Pablo Bermúdez Ascarza (4 de enero de 1834) y pasó a asumir la prefectura de Lima. Pero debió abandonar la capital, debido a la hostilidad popular (28 de enero), y cabalgando al lado de La Mariscala, doña Francisca Zubiaga y Bernales de Gamarra (1803-1835), resultó herido en un muslo. Debelada dicha revolución, pasó a Bolivia.

De vuelta al Perú, inició trabajos agrícolas en Majes, pero con ocasión de la invasión boliviana, se reincorporó al servicio, colaborando primero con el mariscal don Agustín Gamarra Mesía (1785-1841), a quien acompañó en la batalla de Yanacocha; apoyó luego al general Felipe Santiago Salaverry del Solar (1806-1836), quien lo incorporó a su estado mayor y lo ascendió a coronel (1835). En la campaña efectuada sobre Arequipa fue hecho prisionero al ser derrotado en el combate del Gramadal (26 de enero de 1836), consiguiendo su liberación tras ser canjeado por dos oficiales bolivianos (5 de febrero).

Lucha contra la Confederación Perú-Boliviana

Tras la batalla de Socabaya emigró a Chile y se unió allí a los conspiradores contra la Confederación Perú Boliviana, participando en las expediciones restauradoras de 1837 y 1838, pero en ambas mantuvo una posición personalista y se rodeó de un grupo de personas adictas, a las cuales se les dio el apelativo criollo de “la argolla”. Cuando durante la segunda de dichas expediciones los restauradores marcharon a luchar contra Orbegoso, presidente del Estado Nor-Peruano, Vivanco se negó a luchar aduciendo que sólo había venido a combatir a Santa Cruz. No obstante, hubo de cumplir eventuales comisiones de servicio y fue nombrado prefecto de Arequipa el 16 de noviembre de 1839, ya bajo el segundo gobierno de Gamarra.

Su revolución “regeneradora” (1841)

Como muchos jefes militares tuvo ambición de poder e inició en Arequipa un movimiento “regenerador” el 4 de enero de 1841, tomando el título de Jefe Supremo. Para combatirlo, Gamarra envió a su ministro de Guerra, general Ramón Castilla, quien sufrió un revés en Cachamarca (25 de marzo) para luego triunfar en Cuevillas (30 de marzo), obligando a Vivanco a emigrar a Bolivia. Fue el inicio de la rivalidad entre Castilla y Vivanco, una de las más intensas en la historia republicana del Perú.

Supremo Director de la República (1843-44)

Después de la batalla de Ingavi, donde falleciera Gamarra tras invadir Bolivia (18 de noviembre de 1841), Vivanco retornó al Perú al frente de una columna de prisioneros y entregó su mando al coronel Manuel de Mendiburu, prefecto de Tacna, pasando a establecerse en Arequipa. Allí secundó el pronunciamiento efectuado en Cuzco por Juan Francisco de Vidal (28 de julio de 1842), quien luego de ocupar el poder lo ascendió a General de Brigada y lo nombró Ministro de Guerra. Pero en lugar de trasladarse a la capital, Vivanco formó fuerzas en el sur y se sublevó contra Vidal, proclamándose "Supremo Director de la República" (28 de enero de 1843). Envió al general Juan Antonio Pezet a ocupar Lima en su nombre.

Instaló su gobierno el 7 de abril de 1843 y, pretendiendo consolidar su autoridad, poco a poco le fue imprimiendo un tinte excesivamente personalista, llegando a extremos tales como la imposición a civiles y militares de un juramento de fidelidad a su persona, la creación de una tarjeta de plata, cuyos poseedores eran los únicos que tenían acceso al despacho presidencial, la suscripción de numerosas órdenes de destierro y de decretos amenazantes contra los infractores de la ley. Pronto se inició en Tacna y Moquegua un movimiento constitucionalista encabezado por los generales Domingo Nieto y Ramón Castilla, y para hacerle frente hubo Vivanco de abandonar Lima (30 de noviembre). Fue derrotado en la batalla de Carmen Alto, cerca del pueblo del mismo nombre en Arequipa, el 22 de julio de 1844.

Destierro y retorno. Candidatura presidencial

Vivanco se resignó a su derrota. "Como cumple el soldado de honor (según el mismo dijo), con el enemigo que en buena guerra lo ha vencido”. Pensó que era ilícito turbar el único lapso de reposo que le era dado al Perú después de tantos trastornos. Casi en la indigencia marchó al destierro, rechazando una pensión alimentaria que le asignó Castilla. En el exilio radicó durante varios años en Manabí, Ecuador, labrando la tierra. Empezaba el año de 1849 cuando decidió regresar a la patria al amparo de la ley de amnistía dada el 1 de septiembre de 1847. Un grupo de ciudadanos de Manabí para elogiarlo publicó entonces un homenaje a la virtud. Este impreso motivó que numerosos ciudadanos de Arequipa, encabezados por Andrés Martínez y José Luis Gómez Sánchez, dieran respuesta al pueblo de Manabí a través de un emocionado mensaje de agradecimiento (1 de febrero de 1849).

Vivanco fue recibido con cariño por sus amigos en los puertos del norte, y llegó a Lima; inmediatamente se inició una propaganda de prensa para auspiciar su candidatura a la presidencia de la República. Contaba con el incontrastable fervor de Arequipa, con la lealtad de viejos partidarios del directorio y de la regeneración, y con un sector de la oposición del gobierno, si bien al empezar su campaña electoral no hubo pública animosidad contra éste en las filas vivanquistas. Pero no triunfó, resultando elegido el candidato oficialista, el general José Rufino Echenique Benavente (1850). Vivanco optó entonces por retirarse a Chile.

Volvió una vez más al Perú para ofrecer sus servicios al presidente Echenique, cuando el general Castilla encabezó en Arequipa la Revolución Liberal de 1854. Vivanco, junto con el general Trinidad Morán, atacaron dicha ciudad, cuyo pueblo se defendió valientemente tras las barricadas levantadas en la calle; tras contener a los atacantes, los arequipeños salieron de sus posiciones y los persiguieron (1 de diciembre de 1854). Vivanco resultó herido, mientras que Morán fue apresado y poco después fusilado

Tras la derrota de Echenique en la batalla de La Palma (5 de enero de 1855), Vivanco emigró una vez más a Chile.

La guerra civil de 1856-58

Desde su destierro en Chile Vivanco conspiró epistolarmente contra el segundo gobierno de Castilla, y, proclamado jefe supremo por una revolución iniciada en Arequipa (1 de noviembre de 1856), retornó para ponerse al frente de la misma. Fue el inicio de una larga guerra civil, quizás la más grave que haya sufrido la República Peruana. Apoyado por la escuadra, Vivanco pretendió desembarcar en El Callao (31 de diciembre), pero fue rechazado y siguió hacia el norte (9 de enero de 1857), hasta Paita; de allí viró apresuradamente con rumbo al Callao para burlar la persecución del presidente Castilla, circunstancia en que la población del Puerto le infirió una franca derrota en su nueva intentona (22 de abril de 1857). Este suceso valió al Callao el título de “Provincia Constitucional”, que aún mantiene, dignidad que honra no sólo a los chalacos sino a todos los peruanos por tratarse de categoría inédita en el mundo.

Últimos años

Vivanco volvió al iniciarse el mandato presidencial del mariscal Miguel de San Román y Meza (1862) y, muerto éste el 3 de abril de 1863, accedió al gobierno el vicepresidente, general Juan Antonio Pezet, quien lo acreditó como ministro plenipotenciario en Chile (16 de abril al 14 de noviembre de 1863).
Hallándose en Lima, fue comisionado para celebrar un arreglo preliminar que pusiera término al conflicto suscitado por la arbitraria ocupación de las islas de Chincha dispuesta por el general José Manuel Pareja, en su calidad de comandante en jefe de la Escuadra Española del Pacífico. Suscribió el 27 de enero de 1865 el Tratado Vivanco-Pareja, que fue airadamente rechazado por la opinión pública debido a algunas cláusulas que se consideraron ofensivas para el honor patrio. Se inició entonces una revolución nacionalista, acaudillada por el coronel Mariano Ignacio Prado Ochoa (1826-1901); y al culminar ésta con el triunfo (5 de noviembre de 1865), Vivanco debió volver por enésima vez al destierro en Chile.
Pese a todo, se vio favorecido por la confianza del electorado arequipeño y representó al departamento en la Cámara de Senadores (1868-1872). De otro lado, la Real Academia de la Lengua Española lo designó miembro correspondiente (1871), y, por encargo del presidente José Balta y Montero (1814-1872), vigiló la construcción del Palacio de la Exposición y el arreglo del parque circundante. Por motivos de salud viajó a Chile, de donde ya no regresó pues falleció en Valparaíso.
EPÍLOGO:
LEY QUE ESTABLECE LOS ACTUALES LIMITES DE LA PROVINCIA DEL CALLAO
El Presidente Constitucional de la República.
Por cuanto el Congreso ha dado la Ley siguiente:
El Congreso de la República Peruana
Considerando:
Que es necesario salvar la omisión de la ley de 22 de Abril de 1859 respecto a los límites de la provincia Constitucional del Callao.
Ha dado la ley siguiente:
Artículo 1º.- La Provincia Constitucional del Callao se compondrá de la ciudad de su nombre, de los barrios de Bellavista y La Punta, de las islas de  San Lorenzo y Frontón, de los islotes de Hormigas de Afuera, Palominos y Roca Horadada y de los fundos rústicos denominados la Chalaca, formada de los terrenos de Miranaves, Baquíjano y La Legua, la huerta de San Juan de Dios, Chacra Alta, Taboada y La Legua.
Artículo 2º.- Los límites de dicha provincia son: por el Norte, el Mar Pacífico y el río Rímac en que terminan los fundos de Miranaves, Villegas y La Legua; por el Sur el Mar Pacífico denominado Playa Brava; por el Oeste, el Mar Pacífico, y por el Este los confines de los fundos llamados Chacra Alta, Taboada y La Legua.
Artículo 3º.- La jurisdicción Política, judicial y eclesiástica de la provincia constitucional del Callao, comprenden toda la extensión de los territorios mencionados en el artículo 1º de esta ley.
Artículo 4º.- Autorízase  la Junta Departamental del Callao para que demarque los límites de los distritos en que debe dividirse la ciudad del mismo nombre.
Comuníquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento.
Dado en la Sala de Sesiones del Congreso, en Lima, a 25 de Octubre de 1889.
FRANCISCO ROSAS, Presidente del Senado
MARIANO N. VALCARCEL, Presidente de la Cámara de Diputados

COMPILADOR:
Marcial Pérez Ponce de León
Paita 187
Callao
Fuente de información:
  • Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomo 2 y 3. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
  • Chirinos Soto, Enrique: Historia de la República (1821-1930). Tomo I. Lima, AFA Editores Importadores S.A, 1985.
  • Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 17. VAC/ZUZ. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-166-9
  • Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Séptimo y Octavo Tomo. Primera Edición. Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1971.
  • Varios autores: Historia del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
  • http://es.wikipedia.org


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