HISTORIA
DE LA PARROQUIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
LA PUNTA
1.-
La Punta: de caserío de pescadores a Distrito:
A la llegada de los
españoles, en la zona (perteneciente al curacazgo del Callao) se encuentra, por
una parte, un núcleo poblado conocido como Chuica (que se corresponde
aproximadamente con el actual Chucuito) y que se trataba de un pueblo de
pescadores; y, por otra parte, en el actual territorio de la jurisdicción
parroquial (que se conocerá como “la punta de la tierra firme” origen obvio del
nombre del distrito) existían de forma dispersa simples chozas donde vivían
también pescadores locales.
La Punta verdaderamente
empezará a poblarse en el s. XIX, sobre todo cuando adquieren un cierto
renombre "los Baños de la Punta" y empieza a conocerse la zona como
lugar idóneo para el descanso y el veraneo de los limeños. Pero será a partir
de 1894, cuando se autoriza a la Empresa del Ferrocarril a extender su servicio
hasta el entonces caserío de La Punta, que la población de La Punta
experimentará un considerable crecimiento tanto de residentes como de
visitantes.
En la década de 1910, La
Punta deja definitivamente de ser un simple caserío de pescadores para
transformarse en el balneario de moda de las familias acomodadas de Lima, que
pasan aquí el verano y el invierno en Chosica.
El 6 de octubre de 1915 se
creó el Distrito de La Punta. Su población, francamente escasa, cuenta sin
embargo con la presencia más o menos estable de afamadas familias. Además,
existen varios hoteles que acogen a una amplía población flotante
particularmente en los meses de verano.
2.-
La capilla de La Punta al final del s. XIX y principios del s. XX:
Antes de 1871 no existía en
La Punta, que empezaba a ver aumentada su población, ningún lugar para celebrar
la Santa Misa. En ese año, D. Felipe Rivas, General de Brigadas, pide al
Arzobispo de Lima licencia para que se la pueda celebrar en el oratorio que ha
dispuesto en su casa. D. Francisco de la Lama, Párroco de Sta. Rosa bajo cuya
jurisdicción territorial se encuentra el balneario, apoya el proyecto pues
reconoce la necesidad. El 10 de febrero del referido año, el Arzobispo Mons.
José Sebastián de Goyeneche y Barreda, concede la oportuna licencia.
Dos años más tarde las
necesidades han aumentado y la solución es insuficiente. D. Francisco de la
Lama, Párroco de Santa Rosa, bajo cuya jurisdicción se encuentra La Punta,
afirma que ya en el balneario hay más de 200 habitantes, sin contar los que
vienen a bañarse en el verano. Por ello pide licencia al Administrador
Apostólico Mons. Francisco Orueta y Castrillón, para poder celebrar en un altar
portátil. De esta forma apoya la iniciativa de los vecinos, representados por
el Síndico Municipal D. Tomás Ayllón, que se han propuesto construir un templo
y, mientras tanto, solicitan la gracia de que se les celebre la Eucaristía los
domingos en el lugar donde se considere oportuno.
El 30 de enero de 1873 se
concede la licencia solicitada para que “haciéndose para el efecto una ramada
con la decencia y precauciones necesarias y colocándose dentro de ella un Altar
con las calidades preceptuadas...; y, concluida que sea la Capilla que se trata
de construir, se quitará la ramada, colocándose en aquel sitio una cruz para
que se le preste la debida veneración”.
Para buscar el dinero
necesario con el fin de abordar la construcción se celebró una Junta en casa
del Alcalde Municipal D. Wenceslao Venegas. Se nombró tesorero a Joaquín Soroa,
Inspector de trabajo a Gregorio N. del Real y arquitecto a N. Sampé. Muchos
fueron los que colaboraron, entre ellos sabemos que así lo hicieron: la propia
Municipalidad, José Flores Guerra, O’Connor, Agustín Hurtado, Hnos. Barabino,
L. Camigli, Gregorio N. del Real, M. Llaguno, Nicolás Chiuliza, Adolfo
Lacharriere, N. Mirenghi, T. Caivano, Ernesto S. Casanave, José Bossio, N.
Polle, N. Lachá, J. Soroa, J. Catuarias, Gregorio Hévia, N. Ravulo, Adolfo Aramburú,
Tomás Batisforo, etc.
Pero quien realmente corrió
con la mayor parte de los gastos fue Dª Delfina Suárez. Así lo reconoce D.
Francisco de la Lama en noviembre de 1879 cuando escribe al Arzobispo para
pedirle la correspondiente licencia para celebrar en la Capilla que ya está
construida. Le informa, además, que adosado a la referida Capilla se ha
dispuesto un “departamento pequeño que deberá servir de habitación al Sacerdote
que elija yo para que celebre Misa en los domingos y días festivos. A esta
fábrica han contribuido con erogaciones muchas personas piadosas, y muy
especialmente la digna Señora doña Delfina Suárez de Llaguno, a quien en su
mayor parte se debe la conclusión de la Capilla y dependencias, sin cuya
cooperación y frecuentes desembolsos, tal vez no se habría dado cima a esta
obra”.
Vista la solicitud y
escuchado el parecer del Promotor Fiscal, el 6 de diciembre de 1879, el ya
Arzobispo de Lima, Mons. Francisco de Orueta y Castrillón, decreta que “con tal
que [dicha capilla] no sea propiedad privada, no reconozca ningún censo, ni
tenga comunicación con casa alguna de uso doméstico o cualquier otro edificio destinado
a objetos seculares, mas que el designado para habitación del Párroco o
Sacerdote que debe celebrar los divinos oficios venimos a conceder por nuestra parte
la licencia... por el tiempo de nuestra voluntad...” para que pueda celebrar
cualquier sacerdote aprobado por el Sr. Arzobispo, pudiendo ejercerse actos de
jurisdicción parroquial con previo permiso del Párroco de Sta. Rosa, y así se
declaran la capilla y las dependencias como anexas a dicha Parroquia. En
consecuencia, se puede celebrar todo menos el triduo de la Semana Santa, y se
manda enseñar la Doctrina Cristiana. Finalmente autoriza al referido Párroco
para que bendiga la Capilla.
Esta Capilla era
rectangular, con una superficie de 17,7 m. por 6 m. Su apariencia externa la
conocemos por una imagen (tarjeta-postal) de la época. En dicha tarjeta-postal
se ven con claridad: a la derecha, las dependencias adosadas al templo
transformadas ya en vivienda particular, y, a la izquierda, una nueva construcción,
más precaria. Esta imagen pone ya en evidencia la dificultad que representará
años más tarde un templo tan pequeño, “encajonado” entre otras construcciones,
para un lugar en el que se esperaba un rápido y considerable crecimiento de
población.
Un plano de La Punta de 1911
nos muestra la ubicación de esta primera Capilla y las propiedades particulares
que la rodeaban.
Después de bendecida la
Capilla, el Párroco confió las llaves y el cuidado de la misma a Dª Delfina
Suárez.
Pero la vida ordinaria se
verá alterada rápidamente cuando a partir de abril de 1880 El Callao sufrió el
bloqueo de las tropas chilenas. En esta circunstancia Dª Delfina se llevó a
Lima los cuadros y los paramentos litúrgicos para evitar su expolio, entregando
las llaves a la Sra. Grace, y ella viajó a Estados Unidos. La precaución se
mostró más que justificada: la autoridad chilena instaló en la Capilla un
destacamento militar y las habitaciones anexas fueron ocupadas por los oficiales.
Cuando finalmente se retiraron las tropas chilenas, en septiembre de 1882, el
Párroco recuperó las llaves de la Sra. Grace, donde estaban depositadas, reparó
los desperfectos y llevó algunos muebles de su propiedad a la vivienda adosada;
encomendando la atención pastoral de la Capilla al P. Fr. Juan Angulo, agustino
que había sido Prior en el convento de S. Agustín de Lima y que se encontraba
residiendo en El Callao.
Dª Delfina, a su regreso de
Estados Unidos en octubre de 1882, pide al Párroco las llaves para reponer los
cuadros que había resguardado en Lima. D. Francisco de La Lama le entrega las
de la Capilla, pero no las de la vivienda anexa.
Parecía que todo retornaba a
la normalidad, sin embargo, el 1 de noviembre, cuando el P. Angulo fue a celebrar
notó que la puerta que daba acceso al departamento había sido forzada y
atrancada por dentro. Este hecho desencadenará un engorroso pleito entre el
Párroco y Dª Delfina; en primer lugar, ante la autoridad eclesiástica y, en un
segundo momento, ante los tribunales civiles.
En síntesis las posturas
eran como sigue:
Dª Delfina argumentaba que
la Capilla se había construido gracias a su iniciativa movida por sus
sentimientos religiosos, gracias a su considerable aportación económica y la de
su primer esposo, y por su atención a las obras. Que se había preocupado de
ornamentar y cuidar la Capilla; que se preocupaba de pagar las misas que aquí
se celebraban y que, finalmente, el Párroco había mostrado un notable
desinterés en todo el proceso de construcción. Por otro lado, de su peculio
personal, posteriormente a la construcción del templo, había hecho unas
habitaciones adosadas a la Capilla, con la finalidad de que sirvan para el
sacerdote que atienda el lugar.
Por todo ello, solicita se
la nombre Patrona de la nueva Capilla. Ella se compromete a conservarla y a
ceder al Arzobispo las habitaciones adosadas a la Capilla para el uso del
sacerdote que designe el Arzobispo. Con dos condiciones: que se mantenga
independiente del Párroco de Sta. Rosa, y que, en dichas habitaciones no
residan seglares, salvo los que ella designe para el cuidado de la Capilla.
Por su parte, D. Francisco
de la Lama reconoce la generosidad de Dª Delfina, pero insiste en que la obra
se ha hecho con colaboración de muchos y por una necesidad de bien común sobre
un terreno estatal de uso público. Recuerda que las condiciones de las
licencias para celebrar en la Capilla contemplaban el que fuera un lugar de
culto público y de ningún modo estuviera sometido a intervenciones particulares,
con la idea de que en el momento oportuno se transformara en una
Vice-Parroquia. Además, protesta por la forma en que se han desarrollado los
hechos actuales, de los que considera responsable a Dª Delfina, instigada por
el P. Fr. Eulogio Vivar (religioso agustino), a quien él “in voce” había dado
licencia de celebrar, pero que después de conocer su papel en todo este problema
le había prohibido oficiar; sin embargo, el P. Vivar había seguido celebrando.
También considera impropio que Dª Delfina conserve las llaves de la Capilla y
que, por medio de sus criados, abra y cierre la Capilla, cuando ella considere
oportuno como si tuviera el “orden del Ostiariado”; así como que ella se tome
la autoridad de designar sacerdotes para celebrar (tal como hizo con los, también
religiosos agustinos, Fr. Manuel García y Fr. Domingo Chirrieli).
En consecuencia, pide que el
Arzobispo decida cómo proceder.
A partir de aquí los
documentos van y vienen, y las órdenes se contradicen unas a otras. Hasta que,
después de un largo periodo de confusión y de varios intentos de acuerdo fallidos,
el 23 de noviembre de 1883 el Sr. Arzobispo sentencia que la Capilla tiene que
permanecer bajo la jurisdicción de la Parroquia, que es imposible conceder a Dª
Delfina el solicitado Patronato, y que, en consecuencia, debe entregar las
llaves del templo al Párroco de Sta. Rosa. En relación con las habitaciones
anexas, la autoridad eclesiástica deja en libertad a la Sra. Suárez de hacer lo
que considere conveniente.
Y en efecto, en enero de
1884 se entregan las llaves y la Parroquia de Sta. Rosa se hace cargo
definitivamente de la Capilla de La Punta. El asunto del templo estaba
resuelto.
El litigio sobre las
habitaciones anexas saltará entonces al ámbito civil. En julio de 1884 D.
Francisco de la Lama interpuso una demanda contra Dª Delfina por posesión indebida
de dichas habitaciones. El 21 de octubre de 1885 el juez D. José María Vivanco
sentencia a favor de la demandada, y, la Corte Suprema confirmó la sentencia.
Pero las habitaciones estaban sobre terreno estatal. Para resolver esta
irregularidad, en julio de 1893 el Estado vende a D. Wenceslao Venegas dicho
terreno, y quince días más tarde, D. Wenceslao se lo vendió a D. Egidio Sasone,
segundo esposo de Dª Delfina Suárez. De esta forma, en 1901, Dª Delfina y su
esposo podrán inscribir en el registro de la propiedad el inmueble.
Curiosamente, años más tarde, dicho terreno volverá a formar parte del complejo
parroquial de La Punta.
Como ya queda dicho, desde
1884 la Capilla de La Punta se usará como oratorio público bajo la jurisdicción
de la Parroquia de Sta. Rosa. Pero, poco a poco irán apareciendo otros
oratorios en La Punta: el semipúblico en la casa del Dr. D. Alejandro Arenas;
el privado en la casa de Dª Josefa Eguiguren, etc. La atención pastoral, de
forma ocasional, quedará a cargo de diversos sacerdotes delegados por el Párroco,
o con la oportuna licencia del Arzobispo; así, conocemos entre otros, al P.
Julio Pierregrosse, de la Compañía de Jesús; a los sacerdotes seculares José
Coll, Juan Manuel Arana y Raúl Bonnin G.
De modo particular nos
interesa el P. Raúl Bonnin. El P. Bonnin se hizo cargo de la Capilla,
aproximadamente desde 1915 a 1917, y dará los primeros pasos para la necesaria
ampliación de la Capilla dado el incremento continuo de población. Él entregará
todo al P. Leocadio Mendoza cuando en abril de 1917, después de haber sido
“teniente de cura” en la Parroquia de S. Lázaro, asuma la misma función en la
de Sta. Rosa del Callao. Pero de todo esto hablaremos más adelante.
3.-
La Hermandad de la Santísima Cruz:
La Hermandad de la Santísima
Cruz de La Punta-Punta fue creada el 15 de mayo de 1892 por un grupo de vecinos
de La Punta, pescadores en su mayoría, promovida por Fernando Cantes, pescador
que naufragó en la zona de Huacho y que había hecho la promesa de levantar una
cruz en La Punta si se salvaba. La finalidad de dicha Hermandad, que perdura
hasta nuestros días, siempre fue atender al culto y cuidar la cruz levantada al
extremo de la península de La Punta, en el lugar conocido como La Punta-Punta.
Se trata de una cruz de madera con los símbolos de la pasión, al estilo de las
que se encuentran por toda América, y que fueron difundidas con objetivo
catequético-devocional, sobre todo por los misioneros franciscanos, en tiempos de
la Primera Evangelización y de la Colonia.
El origen de esta Cruz: desde
cuándo en este lugar hay levantada una cruz, y por inspiración de quién se
levantó, etc., queda detrás de informaciones vagas y carentes de fuentes
documentales. Para algunos, la práctica comienza en 1746, cuando un pescador,
al que el terremoto-maremoto de aquel año había arrancado de su embarcación y
dejado a la deriva, vio una cruz en la Punta-Punta, a la que se agarró y
gracias a la cual sobrevivió hasta ser varado a la costa. Para otros, basándose
en mapas y croquis de la época, ya desde la primera mitad del s. XVII existía
una cruz en dicho lugar, cruz que efectivamente sería arrancada por el maremoto
y que los pescadores locales sustituirían por otra nueva. Y, finalmente, existen
algunas tradiciones locales que remontan esta Cruz al paso de S. Francisco Solano
(1549-1610).
4.-
La primera ampliación de la capilla en 1914:
Pero volvamos a la capillita
del caserío de La Punta. La
popularidad y el desarrollo de la península de La Punta, obliga a que en 1911,
por Resolución Suprema, se levante un plano oficial de lotización de todo su
territorio para el ordenado y oportuno “remate” de los terrenos desocupados.
Por su parte, la reducida dimensión de la capilla y el estar construida entre
terrenos particulares no respondía ni a los deseos de los vecinos ni a los
fines de los sacerdotes encargados de la misma. Esto lleva a que el 12 de
septiembre de 1913 se establezca una comisión que dirige una solicitud a la
Presidencia del Gobierno en los siguientes términos:
“Excelentísimo señor: Los
suscritos miembros de la Comisión designada por un grupo de señoras de La
Punta, para el ensanche y reparación de la Iglesia de este lugar decimos: Que
el actual local de la Iglesia de La Punta, por sus limitadas dimensiones, no
responde a las necesidades de la población y requiere forzosamente de ensanche;
que los únicos terrenos que pueden ser aprovechados para el ensanche de la
Iglesia son de propiedad fiscal, los mismos que se encuentran a espaldas de
ella, que comprenden tres lotes, porque el ensanche proyectado y en la única
forma que puede realizarse tomará la forma de una cruz, que precisa así de los terrenos
que corresponden a los tres lotes contiguos a la Iglesia actual. La Comisión ha
tenido conocimiento que se ha dispuesto que dichos lotes sean sacados a remate
y por eso nos apresuramos a dirigirnos a Vuecencia con el objeto que, teniendo
en consideración que ellos son los únicos que permitirán efectuar esta obra, de
trascendental importancia para La Punta, se sirva ordenar se suspenda dicho
remate y acuerde adjudicarlos para esta obra del ensanche de la Iglesia de La
Punta... Firmados: A. E. Pérez y Araníbar – M. I. Prado y Ugarteche – Manuel
Carpio Rivero...”.
El 11 de junio de 1914 [18]
se emite la siguiente RESOLUCIÓN SUPREMA.-:
-Visto el expediente... Se
resuelve: Primero – Adjudícase para el ensanche de la Iglesia de La Punta...
los dos lotes de terreno ubicados al respaldo del templo y de propiedad de don
José Leónidas Madueño... Segundo.- No siendo suficiente para la obra que se
intenta realizar... autorízase a la Dirección de Administración para que
gestione la permuta de la parte... lote de terreno de propiedad de don Juan Rissi,
ubicado en la esquina que forman la Plaza y calle de Gamarra [19] , necesaria para
el objeto indicado...”.
Así comenzarán las obras de
ampliación a cargo del Arquitecto J.A. Madueño. Para ello, utilizando toda la
superficie construida como nave de la nueva capilla, se le añadirá el transepto
y la zona del presbiterio con ábside. En total la nueva capilla mostrará una
planta en forma de cruz latina de 37.85 m. x 6 m. (atrio, nave, crucero y
presbiterio), y de 15.50 m. x 6 m. (transepto). Uno de los extremos del
transepto debería haber terminado en la Avda. Bolognesi (Gamarra), y así
proporcionar al templo una segunda puerta necesaria en caso de emergencia; sin
embargo, se tomó la decisión de proporcionar al templo de tres ambientes
imprescindibles, en el espacio que quedaba enmarcado por la Avda. Bolognesi, el
brazo izquierdo del transepto y el presbiterio: archivo, sacristía y baño.
El 6 de octubre de 1915,
como ya hemos señalado, se creó el Distrito de La Punta y, en consecuencia,
será el Concejo Distrital el nuevo interlocutor de la “capilla” del nuevo Distrito.
Ejecutando la Resolución
Suprema de 1914, el Concejo Distrital se encargará de hacer efectiva la permuta
del terreno propiedad del Sr. Rissi, propiedad consistente en una banda de
terreno que constituía la esquina de la Avda. Bolognesi (Gamarra) y el Jr.
Sáenz Peña, y cuyas dimensiones eran de 50.66 m. por 8 m. Una parte de este
terreno se tomó para hacer la ampliación de la capilla antes mencionada, obra
realizada a lo largo de 1916, y quedó ocupado por el brazo izquierdo del
transepto y los tres ambientes que ya conocemos.
Quedaron libres, en
consecuencia, una zona detrás de la capilla y una zona delantera, más amplia
(40 m. X 8 m.), que constituía la esquina de las referidas calles. En este
terreno el Concejo Distrital estableció una plazuela en la cual en 1917
construirá, pegada a la nave de la capilla, “una casita” que en principio se
utiliza como dependencias de la municipalidad mientras ésta construía su propio
edificio y, más adelante, levantará, en el centro de la plazuela un busto al que
fue segundo Alcalde del Distrito, D. Luis N. Larco (1917-1922) [24] .
La “casita al costado de la
capilla” se entrega, en agosto de 1917 a la persona del sacerdote encargado de
la atención pastoral de La Punta en aquel momento, el P. Raúl Boning G., para
el “uso y servicio del Culto” .
5.-
El P. Leocadio Mendoza Thomas:
Desde 1916 era teniente de cura
en la Parroquia de Sta. Rosa del Callao el P. Leocadio Mendoza Thomas,
sacerdote joven, natural de Yauyos (Lima), y ordenado un año antes.
En noviembre de 1917, cuando
hubo obtenido ya el grado de doctor por la Universidad Mayor de San Marcos,
como una más de sus funciones en la Parroquia de Sta. Rosa, se encarga de la
capellanía de La Punta. El Dr. D. Leocadio Mendoza será figura clave en el futuro
de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.
Lo primero que realiza el P.
Leocadio al hacerse cargo de la capellanía será levantar documento-inventario
de la situación en la que encuentra el lugar de culto: “el primero de noviembre
de mil novecientos diecisiete el señor doctor Leocadio Mendoza encontró en la
iglesia lo siguiente:… una imagen del Sagrado Corazón de Jesús sin altar, una
imagen de la Inmaculada, otra de San José y San Antonio; todas sin altar… un
confesionario, siete bancas…” y así, prosigue describiendo todo lo que
encuentra.
Al releer dicho inventario
nos sorprenden varias cosas: la ausencia de altares, la presencia de ornamentos
y vasos litúrgicos pero en mal estado, y el escaso número de bancas. La
ausencia de altares se puede explicar por las recientes obras de ampliación y
refacción de la capilla. La situación de los ornamentos, vasos litúrgicos y
número de bancas nos lleva a pensar que la referida capilla fue utilizada de
manera más o menos esporádica.
El nuevo capellán se
preocupará de proveer todo lo que falta para que pueda llevarse a cabo con
normalidad el culto en la referida capilla. Y así, el 8 de octubre de 1920, el
Arzobispo de Lima, Mons. Emilio Trinidad Lissón Chávez (1872-1961), firma con
el “visto y aprobado” la actualización del inventario para la fecha; en dicho
lugar podemos leer: “Objetos adquiridos por el capellán Dn. Leocadio Mendoza
desde el primero de noviembre de 1917… el altar mayor donde está la imagen del
Sagrado Corazón de Jesús, el altar de la Inmaculada… un altar de San José… tres
docenas de bancas… testimonio nº 111, que sirve de documentación a la casa
contigua, a la iglesia y demás papeles seguidos con el concejo distrital…” y el
resto de todo lo necesario para una celebración litúrgica regular. Como podemos
observar las primeras necesidades que se cubrieron fueron los altares y las
bancas, que son ahora 36. Por otro lado vemos como se empieza a preparar la
documentación necesaria que abra paso al futuro de la capilla.
Y es que, después de la
primera ampliación pronto se vio que ésta era insuficiente. La solución más
evidente era tomar el terreno, originado por la permuta con el Sr. Rissi, y que
en ese momento estaba utilizada como plazuela pública, y pensar en construir un
edificio totalmente nuevo. Pero el proceso no fue fácil. En efecto, la permuta
de terrenos autorizada en 1914 dejaba claro que se hacía ésta para el “ensanche
de la iglesia” y, además, era opinión común avalada por el propio Concejo
Distrital, que aceptar esta permuta se hacía “no sólo por razones de ornato,
evitando que la estrecha fachada de la Capilla quede encerrada dentro de dos
casas particulares y que se reduzca el ancho de la calle, por el área
reconocida por el Supremo Gobierno a los señores Rissi, sino por razones de
seguridad a fin de que se abra en el templo otra puerta para los casos de
siniestro y, además, por las mismas elevadas consideraciones de interés público
que tuvo el Supremo Gobierno para facilitar el ensanche de la Capilla,
permutando con los señores Rissi la otra sección del fondo del lote, rindiendo
así justo homenaje al sentimiento religioso de la población y accediendo a sus
reiterados anhelos…”.
Sin embargo, el tiempo, el uso, la burocracia administrativa, los
cambios de gobierno local y los intereses particulares hicieron todo el proceso
extremadamente complejo y largo. La documentación conservada en el Archivo de
la Parroquia al respecto es muy abundante. El P. Leocadio, con la colaboración
de muchos de los feligreses, tuvo que recurrir a las más altas autoridades
locales, nacionales y religiosas para alcanzar lo que era de justicia. La
documentación comienza en 1918 cuando en carta dirigida al Concejo Distrital
deja testimonio de que “entre los documentos que he recibido de mi antecesor en
el servicio de la iglesia de este distrito, R. P. Bonin, hay dos oficios de esa
Alcaldía…” en los que se hace referencia a la permuta y a la entrega a la iglesia
de la “casita al costado de la capilla” que ya conocemos. Y todo el proceso culmina
el 6 de diciembre de 1947, casi treinta años después, cuando, lleno de
agradecimiento, escribe al Señor Alcalde del Distrito, y afirma: “En la fecha
he recibido de sus manos su importantísimo oficio nº 133 con el que me entregó
el Testimonio de la cesión de la placita adjunta a la Iglesia y me dio posesión
de la misma... según acuerdo y resolución del Concejo Municipal que Ud., muy
dignamente preside, del 30 de noviembre último, trascrito a mi despacho el 3 de
este... y reiterarle mi agradecimiento... etc.”. De la documentación que se
conserva no queda duda que en 1940 fue determinante el apoyo a las aspiraciones
de la Iglesia de la Presidencia de la República, ocupada en aquel momento por
D. Manuel Prado y Ugarteche.
Pero en estos treinta años
sucedieron sucesos muy importantes para la vida de la feligresía de La Punta.
6.-
Creación de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús:
Sin duda el año más
transcendente será el de 1924, cuando en el Arzobispado de Lima se abre el
“Expediente Nº 53 V, seguido por los vecinos del balneario de La Punta, sobre
creación de la parroquia del distrito de su nombre. Principió el 23 de Junio de
1924. Terminó el 2 de febrero de 1925”.
El expediente comienza con
una carta dirigida al Iltmo. Sr. Emilio Trinidad Lissón Chávez, Arzobispo de Lima,
por un grupo de vecinos del distrito de La Punta, en la que solicitan la
creación de la Parroquia de La Punta. El Sr. Arzobispo, después de recibir el
correspondiente informe del Párroco de Sta. Rosa del Callao, bajo cuya
jurisdicción estaba el balneario y realizadas las consultas marcadas por el
Derecho, el 2 de febrero de 1925 erige “en vice-parroquia el balneario de La
Punta, separándola, al efecto, de la parroquia de Sta. Rosa del Callao, de cuya
jurisdicción hasta ahora ha venido perteneciendo. Elevamos, así mismo, al rango
de iglesia vice-parroquial la capilla pública que actualmente existe en el
referido balneario de La Punta bajo el título del Sagrado Corazón de Jesús… A
esta nueva vice-parroquia, así constituida, le damos por término y jurisdicción
ordinaria todo el referido balneario de La Punta hasta el barrio de Chucuito,
exclusive, con el que partirá términos en la calle denominada Roca, cuyas dos
aceras corresponderán a la nueva vice-parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de
La Punta… + El Arzobispo… Regdo. nº 247 f. 286”.
7.-
El Noviciado de las Madres Reparadoras:
Otro año de
particular importancia será el de 1927. En febrero, la Madre Teresa del Sagrado
Corazón, con el decidido y valioso apoyo de Mons. Emilio Lissón, Arzobispo de
Lima, funda en La Punta un colegio y el noviciado Virgen de la Esperanza de la
Congregación por ella fundada; colegio y noviciado que perduran hasta nuestros
días, presencia que ha tenido y tiene importancia particular en la vida
religiosa de La Punta. La primera casa que adquirió la M. Teresa experimentará
diversas mejoras a lo largo de los años, hasta que quede completada en 1951 con
la construcción de la capilla en la esquina de Bolognesi y Sáenz Peña.
8.-
El terremoto de 1940 y S. Francisco Solano:
Por otro lado, el 24 de mayo
de 1940 dos terremotos conmocionarán
la Parroquia, uno telúrico y otro religioso.
El primero fue el fuerte
sismo a las 11:35 de la mañana, con epicentro localizado a 120 Km. al NW de la
Ciudad de Lima, y tuvo una magnitud de 6.6 mb con foco situado a una
profundidad de 50Km. El sismo castigó duramente las localidades de Lima, El Callao,
Chorrillos, Barranco, Chancay y Huacho; dejó un balance de 179 muertos y más de
3.500 heridos entre graves y leves; los daños materiales fueron cuantiosos,
siendo las más afectadas las construcciones de quincha y adobe. Por su
localización, profundidad e intensidad, este terremoto provocó un pequeño
tsunami: las aguas marinas se retiraron unos 150 m. mar adentro, frente a las
playas de Lima, y retornaron gradualmente a su nivel con olas de hasta 3 m. de
altura. En el templo parroquial hubo rotura de imágenes, floreros, cuadros,
ventanas y grietas de paredes, etc.
Si el terremoto telúrico
llenó de pánico a toda la población de La Punta, el “terremoto” religioso no
les causó menos asombro. Transcribimos el acta que levantó el Párroco, D.
Leocadio Mendoza, y que remitió al Arzobispo de Lima: “La Punta, 31 de Mayo de
1940 – Exmo. Sr. Arzobispo de Lima – Exmo. Mons.: - Respetuosamente voy a
exponer a su Excia. Rvma. el hecho siguiente: - Un momento después del
movimiento sísmico del 24 de éste, se presentó en el despacho parroquial el Dr.
Carlos Arenas Loayza acompañado de un empleado quien conducía un cuadro de
ampliación fotográfica iluminada de San Francisco Solano, y me dijo: Mire,
Padre, esta estampa de San Francisco Solano suda. – Yo tomé en mis manos la
imagen del Santo estaba llena de gotas grandes de agua por la parte interior –
El expresado doctor se fue diciéndome: Padre, le dejo el cuadro para que sea
testigo de lo que pasa. – Encontrándome solo con el cuadro lo sacudí para hacer
caer las gotas, las que se juntaron unas con otras y corrieron al fondo y después
volvieron a aparecer nuevas gotas grandes. En el fondo del cuadro corría de un
lado a otro una porción de agua sin mojar el papel a semejanza del
mercurio".
"Encontrándome ante un
hecho extraordinario no natural, resolví mostrar a varias personas que estaban
en casa y todas constataron lo que dejo expuesto. – Cuando este grupo de
personas contemplaban con religioso recogimiento el cuadro, llegaron la señora
Consuelo P. de Arenas y la señorita María Teresa Arenas Loayza y me dijeron:
Hay muchas personas que desean ver el cuadro. Inmediatamente se lo entregué y
se fueron".
"Horas después me
devolvieron el cuadro sin una gota de agua y me dijeron que lo habían visto
muchas personas y que una de ellas en su deseo de explicar que el hecho era un
fenómeno natural, revisó todos los cuadros vecinos cubiertos en la misma forma,
y a todos los encontró secos, y después examinó los focos eléctricos para ver
si en su interior había gotas de agua, y tampoco encontró; todos estaban secos;
son poder explicar que lo que tenía ante sus ojos era un fenómeno natural".
"Las personas que han
visto el cuadro con la estampa de San Francisco Solano en el estado que dejo
expuesto son las siguientes:
El doctor Arenas, quien vive
en altos y declara que el cuadro hace cuatro años más o menos que estaba en su
dormitorio sobre una consola que se halla a un costado de un balcón, y con el
movimiento sísmico se cayó hacia el balcón sin dañarse, quedándose con la luna
hacia arriba en el sol por un tiempo máximo de veinte minutos, desde su caída
hasta que él lo levantó"
"Pongo en conocimiento
de su Excia. este hecho enteramente ajustado a la verdad".
-----------
"Ha habido otras muchas
personas que han visto el cuadro, pero los apuros del momento no han dado lugar
a concretar sobre quiénes eran para hacerlas figurar en la lista… Leocadio
Mendoza, Párroco”.
El cuadro al que se refiere
el testimonio se encuentra actualmente en el templo parroquial. La única
modificación que ha tenido es que sobre el marco de madera se ha puesto un
sobre-marco de plata. D. Juan B. Valle Ferreccio, residente en de La Punta
desde 1930, testigo de los hechos referidos (aparece su nombre en la relación
de D. Leocadio Mendoza), Contador Público Colegiado y fallecido en el año 2007.
Pocos años antes de su fallecimiento hizo un testimonio escrito y firmado de su
experiencia al respecto cuando él tenía 16 años. Los hechos que relata son
similares a lo expuesto. Lo más interesante es la explicación que se dio del
hecho: “El día 24 de Mayo de 1940, terremoto en El Callao y sus Distritos a las
12 a.m., lo recibí en El Callao, en la Plaza Independencia [produjo numerosos
daños materiales en El Callao y otros lugares]... Ante este suceso no nos quedó
más que venir corriendo a La Punta pensando qué habría pasado en nuestras
casas. Al llegar comprobamos que no habían caído casas, pero sí rajaduras,
etc... Luego...[fui] a ver el mar de Cantolao: cual sorpresa e impresión recibí
al verlo completamente retirado no menos de 200 o 300 metros, viéndose el fondo
del mar... El mar volvió a su nivel normal y ese fue el gran Milagro de San
Francisco Solano, ante la fuerza e ímpetu de su oración a nuestro Señor
Jesucristo, obtuvo lo pedido. Ese sudor manifestó la fuerza de la oración y
culminó con el milagro obtenido por San Francisco Solano en favor del Callao y
sus Distritos...”.
Como hemos visto, en
diciembre de 1947 se superaron los obstáculos relativos a la propiedad del
terreno necesario para realizar la construcción de un templo nuevo y de mayor
capacidad, proyecto soñado por el párroco y la feligresía desde hacía tiempo.
Como era algo pensado largamente, sin demora se solicitó y se consiguió la
aprobación del Arzobispo sobre los planos y la correspondiente licencia municipal
para la construcción.
9.-
Le segunda ampliación, el templo de 1950:
El nuevo templo tendría una
planta rectangular con tres naves, ocupando una superficie de 39,5 m. x 15,4 m.;
pero la nueva construcción contemplaba también, anejas al templo, las
dependencias parroquiales (sacristía, salón, despachos, baños) y la casa
parroquial. Obra de gran envergadura que sólo fue posible por la tenacidad del
P. Leocadio, la colaboración de muchos y la generosidad de D. Augusto N. Wiese Eslava
(1886-1977), y su esposa Dª Virginia de Osma Porras de Wiese, que tomaron a su
cargo todos los gastos de la misma. Una placa situada el salón parroquial y
colocada el 27 de marzo de 1950, con motivo de la inauguración oficial del
complejo parroquial, deja testimonio del agradecimiento de la parroquia a la
familia Wiese. La construcción estuvo a cargo de la firma: Ingenieros Cillóniz-Olazabal-Urquiaga.
El P. Leocadio Mendoza nos
cuenta como se llevó a cabo la demolición-construcción del nuevo templo-: “Como
el antiguo templo parroquial resultara, después de 34 años, estrecho para el
público de La Punta, se proyectó y se pusieron los medios necesarios para
llevar a cabo un nuevo templo parroquial y una casa para el Párroco, que no la
tenía; con este objeto, el 25 de agosto de 1948 se inició la demolición del
antiguo templo parroquial del Sagrado Corazón de Jesús"
Se retiraron los altares y
todo lo que había en el templo llamado a desaparecer, algunos de ellos
sufrieron mucho y otros se malograron por completo.
Llevado a cabo la
construcción del nuevo templo parroquial, que se inauguró el 27 de marzo de mil
novecientos cincuenta (27.03.1950), no se pudo colocar los antiguos altares,
tanto por prohibición del superior eclesiástico, por ser dichos altares de
distintos estilos entre sí y del nuevo templo, como porque para el nuevo templo
resultaban completamente desproporcionados, fuera que algunos de ellos
sufrieron mucho y no era posible reconstruirlos… El altar de San José, todo de
cedro, en parte dorado, fue obsequiado a la nueva Iglesia de ¿? de Lima… El
altar del Perpetuo Socorro fue obsequiado por su antiguo donante, señor Salas
Perales; la Iglesia parroquial de Santa Eulalia y el altar del Rosario están en
poder de la señora Ada de Lanata, como guardado, como también tiene los objetos
del altar, entre ellos un crucifijo de concha perla.
Sólo se volvió a colocar el
que fue altar del Beato Martín de Porras, y por haber colocado a la imagen de
dicho Beato en el altar mayor se puso en dicho altar la imagen de Cristo
Pobre…. [sigue descripción e inventario de todo]…
En el altar mayor un altar
antiguo de estilo churrigueresco policromado… En la nave del lado de la
Epístola:… un altar antiguo con la imagen de Cristo Pobre…”.
Desconocemos el origen del
retablo situado en el altar mayor. Sin embargo sí sabemos que el único retablo
de la antigua capilla que pasó al nuevo templo parroquial, y que está situado
en la nave lateral izquierda, “fue obsequiado por el Doctor Don Pablo Antonio
Rada y Gamio. 1940”, según dice la placa en él fijada.
A los ingenieros
contratistas se les encargó un plano que sirviera “de base al diseño del tipo y
calidad del órgano” que correspondiera a la dignidad del nuevo templo. Y, en
efecto, los vecinos de La Punta dieron los pasos para tener un órgano en su
parroquia; sin embargo, no se alcanzó a nada más que al armazón y los tubos.
Desconocemos de dónde vino éste y por qué no se llegó entonces a culminar el proyecto.
Dicho armazón y tubos se encuentran en la actualidad en el coro de la iglesia y,
su apariencia, desgraciadamente no su sonido, es impresionante.
10.-
El territorio jurisdiccional de la Parroquia:
En el momento de la erección
de la Parroquia en 1925, según el memorial correspondiente, su jurisdicción
sólo llegaba hasta la calle Roca de Chucuito; sin embargo, posteriormente los
límites parroquiales se extenderán a toda la zona de Chuquito, llegando hasta
el Real Felipe. Para la década de los cincuenta Chucuito, que pertenece a la
Parroquia de La Punta, cuenta con una capilla provisional situada en la plaza
conocida hoy como de Santa Rosa; pero el 13 de abril de 1957 se colocó la
primera piedra de un nuevo templo, de planta ojival, situado ahora en la
esquina de las calles Roca y la Buenos Aires, el cual fue consagrado el 12 de
mayo de 1963 por el Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Juan Landázuri Ricketts
(1913-1997).
El Párroco de La Punta, Dr.
D. Leocadio Mendoza en 1953 es nombrado Canónigo Honorario de la Basílica
Metropolitana de Lima y, en 1965, con motivo de las Bodas de Oro del Distrito
de La Punta y de su ordenación sacerdotal, el Concejo Distrital le otorgó un
sentido homenaje y reconocimiento por su incansable trabajo. Al año siguiente
dejará el gobierno de la Parroquia.
Al terminar su labor como
Párroco de La Punta se quedó a vivir en el Distrito, falleciendo en 1967.
El Concejo Distrital de La
Punta volverá a mostrar su gratitud a Mons. Leocadio Mendoza, como homenaje
póstumo, en octubre de 1968 recordando los cincuenta años de su presencia en el
Distrito, por ejercer la “autoridad eclesiástica prestando invalorables servicios
a nuestra comunidad”.
11.-
El P. Luis Vallejos Santoni:
Lo sucederá el P. Luis
Vallejos Santoni (1917-1982), nacido en El Callao. El P. Vallejos, en 1971 será
nombrado segundo Obispo del Callao, realizando su labor episcopal desde la
misma Parroquia de La Punta. Su escudo episcopal, grabado en el retablo mayor
del templo, nos recuerda su permanencia en La Punta dado que el Callao como
Diócesis recién creada carecía de Iglesia-Catedral. En 1974 será trasladado a
la sede Arzobispal del Cusco. En La Punta colaboraron con él los Pbros.
Vittorio Spallarosa (vicario) y Rafael Fernández.
En tiempos de Mons.
Vallejos, aprovechando la adquisición de los terrenos posteriores a la casa
parroquial (1969) y la regularización de restos de los terrenos procedentes de
los herederos de la familia Madueño (1971-1973), que en parte ya se habían
utilizado para la primera ampliación de la capilla y ahora se estaban
utilizando desde la construcción del nuevo templo, se levantará un bloque de
tres plantas para salones parroquiales; entre los colaboradores más inmediatos
de Mons. Vallejos en todos estos trabajos podemos citar los siguientes señores:
el Ingeniero Juan Andrés Arata, Carlos Moyano, Luciano G. Chueca, Fortunato
Marotta, Félix Segura, Leopoldo Hernández, Jorge Mere, Federico Higueras,
Francisco Magnani, etc.
12.-
El P. Pedro Pablo Bartolini Rangel:
El tercer párroco que
ocupará este cargo, desde 1974 hasta 1979, será el P. Pedro Pablo Bartolini
Rangel. Declarado “hijo predilecto” por el Concejo Municipal de San Ignacio
(Cajamarca) en 1957. En la década de los sesenta, colaborando estrechamente con
Mons. José Dammert, Obispo de Cajamarca, estuvo directamente involucrado en los
nuevos modelos de pastoral promovidos en la zona. Terminada su misión en La
Punta pasó a la Arquidiócesis de Lima, donde en la actualidad es canónigo de la
Iglesia Catedral. Mientras estuvo de Párroco tuvo como vicarios a los Pbros.
Rafael Fernández y Florencio Salazar, que entre los años 1976-1979 actuaron
como “equipo sacerdotal”. El P. Rafael Fernández fue también su compañero en el
tiempo que estuvo pastoralmente trabajando en Cajamarca.
13 .-
El P. Luis Sebastiani Aguirre, S.M.:
Si los tres primeros
párrocos fueron del clero diocesano, el cuarto será un religioso: el P. Luis
Sebastiani Aguirre, S.M. (Sociedad de María = Padres Maristas). Teniendo como
colaboradores a los Pbros. Guillermo Araujo (vicario) y Harold Marlowc. Bajo su
cuidado se instaló en la Parroquia el “convictorio” de la Diócesis del Callao
ya que ésta aún no tenía Seminario Diocesano. El P. Sebastiani después será
Vicario General del Callao hasta que sea nombrado Obispo de Tarma y luego
Arzobispo de Ayacucho.
En 1980 Mons. Ricardo Durand
Flórez 1917-2004), Obispo del Callao, segregará la atención pastoral del barrio
de Chucuito de la Parroquia de La Punta, creando la Vice-parroquia “Cristo de
la Paz” que en 1982 elevó a Parroquia.
14.-
El P. Fernando Chang Valverde:
En 1981 toma posesión de la
Parroquia el nuevo Párroco: P. Fernando Chang Valverde, natural de Huarmey (Casma-Ancash).
Llega con una amplia experiencia pastoral y tuvo por colaboradores los PP.
Vittorio Spallarosa y Pedro Vega-Centeno Bocangel. Continúo funcionando en la
Parroquia el convictorio de la
Diócesis del Callao.
Su atención pastoral fue
admirable, elevando el nivel espiritual y devocional de la feligresía con un
marcado carácter mariano.
15.-
El P. Bruno Secco Stecca:
El sexto Párroco fue el
Pbro. Bruno Secco Stecca, natural de Lima, que habiendo sido religioso
salesiano se incardinó en la Diócesis del Callao y se hizo cargo de la
Parroquia en 1986. Con él continúo como Vicario el P. Vittorio Spallarosa,
hasta su muerte acaecida el 5 de setiembre de 1999.
16.-
El Seminario Diocesano y Misionero Redemptoris Mater y Juan Pablo II:
En 1987 se instala en el
territorio parroquial el Seminario Diocesano para Vocaciones Adultas “Juan
Pablo II” con veintiséis seminaristas, Seminario erigido por el Obispo del
Callao, Mons. Ricardo Durand Flórez, S.I., y promovido por el Camino
Neocatecumenal. Dicha institución asumió en 1989, por deseo del Ordinario, los
Estatutos y Regla de Vida del Seminario “Redemptoris Mater” de Roma, pasando a
llamarse Seminario Diocesano Misionero “Redemptoris Mater y Juan Pablo II”. Su
primer Rector fue el P. Juan José Armendáriz.
Monseñor Ricardo Durand Flórez
El 24 de enero de 1992, la
Conferencia Episcopal Peruana, a petición del Ordinario, reconoció
explícitamente los estudios filosóficos y teológicos del Seminario y, el 4 de
febrero del mismo año, después de analizar el plan de estudios, declaró al
Seminario Diocesano Misionero “Redemptoris Mater y Juan Pablo II” como “Centro
Educativo de Segundo Ciclo de Educación Superior”. El mismo año 1992, el
Ministerio de Educación del Perú reconoció y registró al Seminario en la
Dirección General de Educación Superior, mediante Resolución Directoral N°
1303-92-ED. Dicha Resolución fue ratificada en enero de 1995 por el Decreto
Supremo N° 06-95-ED del Presidente de la República.
17.-
El Colegio Parroquial Clara Cogorno de Cogorno:
El P. Bruno Secco Stecca,
basándose en su innegable carisma educativo y en su amplia experiencia, vio la
necesidad de crear un Colegio Parroquial que formara humana y cristianamente a
los niños y jóvenes de la Parroquia. Con esta idea y la colaboración de Dª Irma
Rodríguez viuda de Ríos, Dª Esther Colina Fernández y Dª Carlota Castro de
Roeschli, vecinas punteñas y expertas educadoras ya cesantes, quienes
ofrecieron sus servicios ad-honorem para este proyecto educativo, comenzaron en
1992 con doce alumnos el Primer Grado de Primaria en un salón parroquial.
Al año siguiente ya se había
podido adquirir al terreno vacío que estaba junto al templo y edificar las
primeras aulas gracias a la generosidad de Dª Clara Cogorno de Cogorno y la
inapreciable colaboración del Sr. Alcalde de La Punta D. Benjamín Zevallos
Ortíz Dago y de la Ingeniera Carmen Sal y Rosas Holder, Presidente de
CORDE-Callao. Con las oportunas autorizaciones de funcionamiento por parte del
Ministerio de Educación, el 16 de enero de 1993 fue bendecido el recién nacido
Colegio Parroquial “Clara Cogorno de Cogorno”. A partir de aquí, bajo la
dirección y promotoría del P. Bruno, fue desarrollándose esta institución
educativa parroquial cubriendo los niveles de inicial, primaria y secundaria.
Desde entonces el Colegio
Parroquial Clara Cogorno de Cogorno ha quedado vinculado a la Parroquia Sagrado
Corazón de Jesús que actúa como entidad promotora del mismo.
18.-
La Facultad de Teología Redemptoris Mater:
El día 30 de agosto de 2001
la Santa Sede, por medio de la Congregación para la Educación Católica, erigió
el Instituto Superior de Estudios Teológicos “Redemptoris Mater”, apoyándose en
la existencia y experiencia del Seminario Diocesano Misionero “Redemptoris
Mater y Juan Pablo II”, con la potestad “sui iuris” de otorgar a nombre del
Sumo Pontífice los grados y títulos de Bachillerato y Licenciatura en Teología.
Dándole por sede la “Casona Rospigliosi-Grace” y la “Casa Arenas” del Distrito
de La Punta, ambos edificios declarados de valor histórico-artístico por el
Instituto Nacional de Cultura. La misma Congregación para la Educación
Católica, el 28 de octubre de 2004, transformó el Instituto Superior de
Estudios Teológicos “Redemptoris Mater” en Facultad de Teología “Redemptoris
Mater”; conviene señalar que ésta y la Facultad de Teología de Lima son las
únicas Facultades de Teología de todo el Perú. Su primer Rector fue S.E.R.
Mons. Javier Del Río Alba, Obispo Auxiliar del Callao en ese momento.
19.-
El P. Ángel Ciriza Aguirre:
El año 2001 es nombrado
nuevo Párroco. El sexto Párroco será el P. Ángel Ciriza Aguirre, quien
simultáneamente era Rector del Seminario “Redemptoris Mater y Juan Pablo II”
desde el año 1990. Con el P. Ángel colaboraron en la atención pastoral los
Pbros. José Barriga Marañón y Juan Penayo Ayala (Co-párrocos) y, desde octubre
del mismo año, los Pbros. Antonio Molinero Espadas y Mario Sánchez Molina
(Co-párrocos).
20.-
El P. Antonio C. Molinero Espadas:
En el año 2005 falleció de
forma inesperada el P. Ángel Ciriza, lo sucedió al frente de la Parroquia el
Pbro. Antonio C. Molinero Espadas y con él el P. Jesús Navascués Pascual
(co-párroco) hasta octubre de 2009, año en el que fue trasladado a Costa Rica.
Fuente:
La
Iglesia en las tierras del Callao
http://www.ftrm.org/dhe_archivos/Iglesia_del_callao_archivos/parroquia_scj_archivos/pscj_historia.htm#_ftn1