EDITORIAL ELECTORERA
Los pueblos como las personas por
naturaleza presentan determinadas virtudes y defectos, lo que resulta lógico
teniendo en cuenta que los primeros son suma de individualidades con sus
respectivas particularidades. Corresponde tener en mente que lo general y lo
particular se interactúan: lo específico existe en lo universal de la misma
manera que lo universal contiene infinitos
distintivos sin los cuales no existiría así como se manifiesta.
Mas, un pueblo no se
forma de simples adiciones mecánicas, maquinales, rígidas, inflexibles ni dadas
de una vez para siempre sino de la confluencia de personalidades con
potencialidades positivas y negativas peculiares que históricamente determinan
sus caracteres e idiosincrasia.
En este ámbito de cotejos también
podemos comparar a los pueblos con las familias y sus miembros componentes: en
la edad adulta los hijos suelen ser así como fueron el padre y la madre en la
vida del hogar; en la niñez, adolescencia y adultez los vástagos reflejan los
fundamentos ético-morales y principios expresos y/o tácitos emanados de sus
progenitores. Más que con la palabra (que se la lleva el viento), se predica
con el ejemplo: por imitación o emulación, por proceso espontáneo, sin transmitir ni repetir nada oralmente. Resulta
concluyente la actitud ante el prójimo y ante la vida. Lo otro, el discurso
político y la palabra impresa resultan pura demagogia cuando no se armonizan ni
coinciden con los hechos. Los adultos creen que sus hijos no se dan cuenta de
las cosas, pero se equivocan. Igual, los gobernantes creen que los ciudadanos
son sordos, ciegos y mudos, y tontos por añadidura, lo que no corresponde con
la realidad. Lo natural es que de padres virtuosos crezcan hijos virtuosos. De
ciudades y países con gobernantes deshonestos inexorablemente se fortalecen
grupos sociales sanos que anhelan deshacerse de los impúdicos y desvergonzados.
Nadie, y menos los indignos tienen vida política eterna.
Cierto aforismo popular nos enseña que
los sacos se llenan añadiéndoles granos. De granitos de trigo obtendremos una
repleta alforja de cereal.
Paralelamente, el costal de inmundicias se colma saturándolo de pequeñas
cochinaditas. Una suciedad aquí, una basurita allá, un desperdicio allá, una biguita
escondida no se sabe dónde, y así sucesivamente, forman suculento morral. En
términos lingüísticos
chalacos, un arañoncito a diestra y una pulidita a siniestra con
los años dan fortunas, tanto mejor cuando ciertos personajes se perennizan y
apoltronan en la silla concejal, regional o estatal.
Llegado al terreno de ilustraciones
libres de camuflajes, ¿hasta cuándo el nombre del alcalde o del presidente de
la Región del Callao llenarán las superficies de las paredes del Puerto? ...
¿Hasta cuándo se erigirán letreros ora pequeños ora ciclópeos con los nombres
de ciertas autoridades afeando el ornato de la ciudad? ... ¿Hasta cuándo los
camiones cisterna del Municipio chalaco ostentarán el apelativo de quien se
halla de burgomaestre? ... ¿Hasta cuándo los carnets de la esmirriada y
ridícula Biblioteca Municipal tendrán impreso el nombre de quien lleva la vara
de magistrado cabildante? ... ¿Hasta cuándo las casaquitas del personal de baja
policía ostentarán las señas del alcalde? ... ¿Hasta cuándo ... hasta cuándo
tanta corrupción? ... El mando prolongado facilita el soborno, el cohecho, la
compra de voluntades y demás debilidades colaterales que dan como resultado la
endeblez de la autoridad y el consiguiente desgobierno.
Luego de pasado el tiempo, ¿a quién
responsabilizar por la destrucción del magnífico edificio de la antigua
Municipalidad, el mismo que quedaba en la Calle Daniel Nieto, a un paso del
Real Felipe, siendo desde entonces minúscula plazuelucha alegría de perros,
gatos y borrachos? ... ¿Quién rinde cuentas de las cercas puestas alrededor de
parques para luego retirarlas y vueltas a poner? ... ¿ Y de los bancos
instalados en la Calle Lima para después ser sacados? ... ¿A quién
responsabilizar por la destrucción de la Pérgola del Malecón? ... ¿A quién
pedirle cuentas por abatir el edificio de la Cervecería de la Calle Lima y
hacernos creer que reemplazarlo por playa de estacionamiento significaba
adelanto y progreso para El Callao? ... ¡¿A quién?!.......... y en que parte del Callao anda la Justicia?, que se le hecha de menos........ es que sabrán ustedes donde anduviera? o es que también se contamino con el plomo de nuestro Puerto?
Aunque en algunas latitudes con
frecuencia los sufragios sean o parezcan simple folklor y consulta
intrascendente, bueno sería recordar que se trata de una de las manifestaciones
importantes de auscultar el pensar y sentir populares. Más todavía: de
inventariar lo realizado, de tomar conciencia de lo ya hecho y, a partir de
aquí vislumbrar con mayor claridad lo que se pueda salvar dibujando los
objetivos alcanzables reales y cuáles serán los pasos para su consecución, así
como los personajes en juego para lograr tales perspectivas.
El Callao es tanto Primer Puerto
Marítimo como Aeropuerto Internacional primero en jerarquía de la República del
Perú, productor de rentas e ingresos sustanciales que habría que emplear en
conservarlo y embellecerlo, en la inversión en pro de la elevación de vida y
cultura de sus ciudadanos, no en desvíos que nada tienen que ver con los
intereses de su pueblo.
El tiempo deja al descubierto y en
notoria desnudez capacidades e insuficiencias de todos sin excepción, en
especial de los hombres públicos, expuestos como se hallan en vitrina ante sus
respectivos pueblos. En actividad tan desgastadora como la política, como la
administración de una sociedad, con sus innumerables peligros de descomposición
y podredumbre, no es posible ni recomendable que las autoridades se perpetúen
como sucede a cada paso. Así, con madurez y juicio el pueblo del Callao debe
retomar la parte que le corresponde en la vigilancia cotidiana, en el control
en la administración de las cosas que le competen directamente, y aprovechar
las elecciones para imponer correctivos y cambios allí donde convenga. El
compadrazgo, la componenda, la corruptela de las jefaturas llegan a su fin
cuando un pueblo que se respeta se compromete y asume sus propios asuntos
ciudadanos.
Los Editores de CQ
No hay comentarios:
Publicar un comentario